Hacía ya tiempo que llevábamos buscando ser papás. Estábamos preocupados y ansiosos (sobretodo yo, el cari andaba más tranquilo...) porque la cosa no llegaba.
Unos meses decíamos que era por el estrés del trabajo, otros porque llevábamos mucho jaleos de familia, otros porque el tiempo estaba nublado... y así iba pasando el tiempo...

Esta fase fue muy durilla... Primero pruebas básicas en las que todo salía bien y luego... la última visita con el gine, en la que me dijo que todo estaba correcto y que él ya no podía hacer más que debía ir a una clínica de fertilidad para ver si había algo que a él se le escapaba...
Ayyyyy que trago más malo, madre, ( a ver entendedme, no es nada malo, pero ya se supone que algo pasa...) y como mi sabio padre dice, EL MIEDO ES LIBRE y además yo añado que es GRATIS, con lo que me cogí dos o tres carros llenos de supermercado para mi solita.
Pues nada que seguimos pidiendo autorizaciones para la clínica de fertilidad, haciendo pruebas, visitas... total... resultado que yo tenía pocos folículos... POCOS FOLÍCULOS... te dicen eso y se quedan tan panchos! que no merecía la pena ponerme ningún tratamiento que lo mejor era directamente pasar a una inseminación artificial... a partir de tu próxima regla vienes...

Unos días después hablé con "mi ángel de la guarda" en esto del embarazo (una ginecóloga de la familia) y me dio una charla que me hizo ver las cosas de otra manera. Me recordó que todas mis pruebas estaban bien, que el hecho de tener pocos folículos no tenía por qué ser significativo y que si siempre había tenido una regla regular y sin problemas, significaba que yo todos los meses ovulaba, con lo cual podía ser mamá. Que me quitara el peso de encima, esa losa que me había puesto a mi misma, echándome la culpa y que siguiéramos probando sin culpas y sin miedos. Y que si luego teníamos que dar paso que adelante...
Y no os lo vais a creer... pero ese mes nos quedamos embarazados.